Charlas en el cerrillo quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la palabra escrita. Aquí tendrán cabida ideas, pensamientos, opiniones, anécdotas y relatos. Porque muchas veces las ideas más acertadas, los pensamientos más ingeniosos, las opiniones más certeras y las anécdotas más divertidas acaban perdiéndose por no tener un foro donde ponerse negro sobre blanco. También los relatos, cuando no se dispone de editor, terminan arrinconados en un cajón, razón por la cual muchas buenas historias jamás serán leídas.

domingo, 8 de abril de 2012

¡Basta ya!

Hay que verlo para creerlo.  Cada nuevo informativo abre su edición con nuevos casos de corrupción, parece que todos los que han tenido dinero público en sus manos han terminado metiendo la mano en la caja, por eso digo: BASTA YA.
Hablar de corrupción hoy en día puede resultar tan vulgar y aburrido como hablar del tiempo con el vecino del tercero segunda cuando coincidimos en el ascensor y, como Marianico el recorto piensa devolvernos a la Edad Media y hacer de nosotros sus vasallos y siervos de la gleba, olvidemos la corrupción y busquemos la alegría donde la haya, si es que la hay.  Porque se ha instaurado entre nosotros la idea de que lo malo está por llegar y esa no parece la mejor manera de recuperar la alegría.
En el año 1000 (y en el 2000, mucho más cercano) se difundió la idea del fin del mundo y todos los hombres se pusieron a temblar, pero no, el mundo no se va a acabar, puede acabarse el modo de vida que conocemos, tal vez el hombre, pero nacerán otras formas de vida, de gobierno, de relación, no hay nada que temer.  Los que nada tienen, aunque lo pierdan todo, nada pierden.  Quienes tiemblan frente a los cambios son los que tienen algo, ellos perderían lo mucho o poco que tengan, ellos sí tienen razones para preocuparse.  Y son ellos los que quieren asustarnos a todos, pero la única lucha que no podemos, que no debemos perder es la de la alegría.  No hay nada más terrorífico que ver a los desamparados del mundo reírse de su realidad y de su futuro.
En el Crash de 1929, quienes se suicidaban eran los ricos que perdían su capital, los pobres preferían emigrar a California, donde cabía la esperanza de recuperar la autoestima.
Así que riamos.  Tenemos que reírnos del Yernísimo, de los aeropuertos sin aviones, de los recortes en Sanidad y Educación, de los porrazos de la Policía en Valencia, de la trama Gurtel, de los ERES andaluces, de los discursos populistas de Esperanza, de la reforma laboral que impone el despido libre y barato, de la corrupción generalizada, y del futuro que nos espera.
Riamos sus decretos y sus leyes, riamos sus recortes y sus temores, si no tenemos NADA, nada perdemos.  Si nos quitan la alegría, la esperanza, la capacidad de reírnos de todo y de todos, habrán vencido totalmente.  No les demos esa alegría.
Dientes, dientes, eso es lo que les jode; Pantoja dixit.

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