Charlas en el cerrillo quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la palabra escrita. Aquí tendrán cabida ideas, pensamientos, opiniones, anécdotas y relatos. Porque muchas veces las ideas más acertadas, los pensamientos más ingeniosos, las opiniones más certeras y las anécdotas más divertidas acaban perdiéndose por no tener un foro donde ponerse negro sobre blanco. También los relatos, cuando no se dispone de editor, terminan arrinconados en un cajón, razón por la cual muchas buenas historias jamás serán leídas.

sábado, 16 de febrero de 2013

Paniaguados

Políticos y paniaguados verborreicos es lo que sobra en este país. Frente a un micrófono, cualquier indocumentado pronuncia improperios, infundios y sandeces sin fin. Ahí tenemos al presidente de la CEOE, señor Rosell, que no cree el número de parados que arrojan las cifras oficiales y aconseja que los funcionarios dejen de acudir a sus puestos de trabajo para que no gasten teléfono ni papel; o su segundo, Arturo Fernández, a quien sus propios empleados acusan de pagarles con dinero negro; y por último políticos de uno y otro signo proponiendo nuevos recortes, precisamente ahora que han empezado a aparecer innumerables casos de malversación de fondos públicos. No, no y no. Basta ya.
Quieren hacernos creer que los culpables de la situación son quienes más la sufren, mientras políticos, banqueros y empresarios celebran la crisis amasando grandes fortunas. Por eso resulta muy apropiado, y clarificador, el libro de Owen Jones: CHAVS. La demonización de la clase obrera, editado por Capitán Swing. Aunque centrado en los acontecimientos de la Inglaterra post-tacheriana, puede fácilmente extrapolarse a Europa pero, sobre todo, a España.
La paulatina desaparición de la clase trabajadora de la escena política, hábilmente sustituida por una teórica clase media, y abandonada por los mismos partidos políticos que  nacieron en su seno, como el Partido Socialista Obrero Español, aparece como inculta, amenazadora, racista y aprovechada, de esa manera puede ser vilipendiada y acusada de todos los males que aquejan a nuestra sociedad. Son los pobres y sucios obreros, las madres solteras, los parados, los pensionistas y los enfermos quienes provocan el déficit en los sistemas de salud y pensiones. Los pobres lo son por su propia ineptitud, no porque la sociedad les aparte del acceso a los bienes de consumo, y los demás vividores y aprovechados. Así no es raro leer que el Ministro de Sanidad japonés pida a sus ancianos que se mueran pronto para no generar pérdidas al sistema de pensiones, que el Ministro portugués del mismo ramo sugiera a sus ciudadanos que no caigan enfermos, y la Ministra española de Sanidad, que no se enteraba de lo que ocurría en su propia casa, tampoco entiende que el español, que había sido uno de los sistemas sanitarios públicos más eficientes y mejor valorados a nivel mundial, debe conservarse tal y como está en beneficio de todos.
No. La crisis no la han provocado los asalariados, la han provocado los especuladores y los financieros, ayudados por la clase política, cada día más alejada de sus votantes, que antepone los intereses de la "clase media" frente a los de los trabajadores en general, los de la minoría privilegiada frente a la mayoría. Hace ya muchos años, un conocido, enfermero de profesión, negaba rotundamente su condición de obrero porque, afirmaba, él no trabajaba en una mina sino que era un profesional, por la misma época, aproximadamente, el PSOE eliminó de su ideario la referencia al marxismo. En toda Europa, los obreros están siendo estigmatizados por el simple hecho de serlo, y todos ellos pugnan por abandonar la clase más desfavorecida de la sociedad, aún a costa de perder su identidad. Se prima el individualismo por encima de la comunidad, para lo cual se vilipendia a los sindicatos, porque la fuerza de los desfavorecidos reside en su organización, y sin ella resultan más vulnerables. Cualquiera de nosotros individualmente carece de fuerza para enfrentarse a las arbitrariedades del poder, pero la suma de muchos, como ha demostrado la coordinadora anti desahucios, y la historia, puede hacer cambiar la voluntad de quienes nos gobiernan.
Y para los bocazas: ya va siendo hora de que los funcionarios y empleados públicos demuestren que, sin ellos, el país no funciona. Los políticos, banqueros y empresarios honrados, que los habrá, deberían saltar a la palestra y apartar a los conmilitones que les desprestigian de palabra, con hechos y por sus maneras de vivir. Hay que regenerar la política, sí, pero no pueden liderar esa regeneración los mismos que nos han llevado al abismo.

viernes, 1 de febrero de 2013

No me consta

Son cientos de miles las voces que reclaman elecciones anticipadas por el escándalo que supondría que los papeles, publicados por el diario El País el jueves 31.1.13, fueran verdad. Todas reclaman la dimisión de los implicados porque no se puede pedir más sacrificios a la población mientras se cobran sobresueldos millonarios.
Este último escándalo mina los cimientos de nuestra democracia. El daño moral que ha causado a las instituciones ha sido tan grave que, aunque finalmente la justicia termine lavándose las manos, como en el caso Naseiro, por ejemplo, éste gobierno debería dimitir en bloque, y dejar paso a gente que no aparezca en los "papeles", como ejemplo de honorabilidad.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que el miércoles negó en el Congreso de los Diputados el pago de sobresueldos en su partido, ha quedado retratado como uno de los favorecidos por los pagos de Bárcenas, siempre que los documentos sean verdaderos y no una burda falsificación, no puede permanecer escondido por más tiempo. Debió ser él quien descalificara la información, quien se pusiera delante de los periodistas para defender su honor y de su partido, en cuya cúpula directiva lleva más de veinte años, y demostrara su inocencia con rotundidad. Cuanto más tiempo permanezca callado, más difícil resultará demostrar que nada sabía del asunto. Si, además, persiste en no enfrentarse a las preguntas de la prensa, aún presumiendo su inocencia, sembrará más dudas de las que pretenda despejar.
Es hora de agarrar el toro por los cuernos, señor Presidente. Ya no puede argumentar que no le consta, a la vista de los documentos manuscritos, solo cabe una respuesta: NO o SI, para acto seguido depurar responsabilidades. No es posible seguir disparando contra el mensajero, ni atacando, como hace un día sí y otro también el Sr. Floriano, contra todo lo que se menea, porque a la gente le interesa la trasparencia y la honestidad, por eso demanda a sus gobernantes, como a la mujer del César, que además de honrados, lo parezcan.
De la reunión del comité ejecutivo del PP mañana pero, sobre todo, de las medidas que se adopten, y de la inmediatez de las mismas, depende la imagen que España transmita a sus socios europeos y al resto del mundo.
Por supuesto, también es el momento de la Justicia. Puede que los delitos, si lo son, o las faltas, como apuntan los expertos, hayan prescrito, pero el daño moral causado a los ciudadanos y a la propia democracia no prescribe y exige responsabilidades. Responsabilidades que no se saldan con una crisis de gobierno que se limite a cambiar unos cromos por otros, deben producirse dimisiones y multiplicarse las explicaciones porque son dos los presidentes señalados: el Presidente del Gobierno de España y la Presidenta de la Comunidad Autonómica de Castilla-La Mancha. Ambos aparecen en las anotaciones y a ninguno les constaba la existencia de sobresueldos. Si es mentira que lo expresen con rotundidad, que no se escondan tras la anunciada auditoría interna que han puesto en marcha.
La presunción de inocencia se nos supone a todos, pero cuando lo que está en juego es el futuro de nuestro sistema democrático, es importante adelantarse al dictamen judicial y mostrar las manos limpias, única forma de recuperar parte de la confianza perdida en estas últimas cuarenta y ocho horas.