Charlas en el cerrillo quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la palabra escrita. Aquí tendrán cabida ideas, pensamientos, opiniones, anécdotas y relatos. Porque muchas veces las ideas más acertadas, los pensamientos más ingeniosos, las opiniones más certeras y las anécdotas más divertidas acaban perdiéndose por no tener un foro donde ponerse negro sobre blanco. También los relatos, cuando no se dispone de editor, terminan arrinconados en un cajón, razón por la cual muchas buenas historias jamás serán leídas.

jueves, 31 de mayo de 2012

si te han engañado, inversor, reclama

Los bancos, con la anuencia de autoridades financieras, han estafado a los ahorradores más indefensos, los más débiles, los más desinformados: los pequeños ahorradores, familias que creyeron al director de su Caja o Banco que les vendía humo con la apariencia de grandes dividendos, haciéndoles creer que se trataba de una apuesta segura y que con dicha inversión aseguraban el futuro escolar de los hijos o una jubilación placentera en cualquier playa de la Costa Dorada. Esos incautos cayeron en la estafa más antigua del mundo: el tocomocho.
Nadie vende duros a cuatro pesetas, pero siempre que a alguien le dicen que va a obtener un beneficio rápido y seguro termina mordiendo el anzuelo. Así los pequeños ahorradores, compraron activos financieros cuya naturaleza no comprendían, fiándose únicamente de la sonrisa inocente del director de su banco, una dentadura tan brillante no podía engañarles. Así se vieron atrapados en unas imposiciones a plazo fijo que finalizan en el año 2999, ¿quién vivirá para entonces? Imposible recuperar el dinero. 
Lo has firmado, si no lo entendiste cuando te lo expliqué es tu problema, te dicen en el Banco o Caja, la sonrisa ha desaparecido de la cara (dura) del director y, si te descuidas, te reclama hasta la cristalería que te regaló por la imposición a plazo fijo. Así que, adiós muy buenas.
Luego, los estafados aparecen en la tele quejándose de haber perdido los ahorros de toda una vida y nadie, ni los políticos, ni los jueces, ni la policía hace nada por castigar a los estafadores. Haber sido más precavido, te dicen.
Sin embargo existe una salida: el MiFID
Los bancos y cajas están obligados a asegurarse de que el cliente comprende y asume los riesgos de los productos financieros que se les ofrece, porque no todos tenemos el mismo nivel de conocimiento y experiencia.  
Así pues, si te sientes estafado por tu entidad, reclama judicialmente, es posible que recuperes tu dinero antes de lo que piensas, algunos ya lo han recuperado, y con intereses.

Vuitton, tton, ton, tontos

Si es cierto lo que apuntan algunos diarios esta semana, de que el Rey apoyó a su yerno en algún proyecto del Instituo Noos, apaga y vámonos. Aquí no se salva ni Dios y va siendo hora de recuperar el viejo lema anarquista: ni Dios, ni Patria, ni Rey.
El intento de San Anselmo de probar la existencia de Dios, por el sistema científico escolástico, no es más una exposición dialéctica apoyada más en la fe que en la ciencia. Resulta inexplicable cómo empezó a moverse este mundo, y, por tanto, cualquier explicación finalista, como la existencia de un Ser Supremo, resulta efectista y efectiva. Sin embargo, los problemas surgen cuando intentamos crear toda una teología partiendo de ese primer principio. Si le atribuimos a ese Ser todas las virtudes y ningún defecto resulta inexplicable la maldad que vemos a nuestro alrededor, por lo que parece más acertada la tesis de Feuerbach, que atribuye la idea del Ser Supremo a la invectiva humana surgida de la desesperanza de una vida eterna y para minimizar el terror a la muerte. Y, si Dios no existe, como han entendido bien las grandes fortunas, todo está permitido.
La Patria es un invento de la burguesía, que vela más por sus intereses que por los generales. Los países crecen y menguan, como demuestra la historia, en función de su poder militar o económico. Pequeñas comunidades guerreras han construido poderosos imperios que se han derrumbado como castillos de naipes. Se han unido comunidades diferenciadas por intereses espúrios y se han separado por cuestiones, en ocasiones, personales. Como escribió Machado: en los trances duros, los señoritos, invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. La Patria es una bandera que se agita para diferenciar, se utiliza únicamente contra los pobres, y se defiende con ellos, una guerra donde sólo los burgueses obtienen beneficios, ganen o pierdan.
La monarquía, como institución, está sometida a una servidumbre que le confiere el respeto de sus súbditos. Desde la Edad Media, se la entiende conectada con el poder divino y bendecida por él. Sin embargo, desde el momento que los miembros de la Corona reclaman iguales derechos que el común de los hombres, pierden su carácter divino y se transforman en simples ciudadanos, y por tanto, no tiene razón de ser su continuidad como dinastías hereditarias, parece mucho más justo que el símbolo del Estado sea elegido por sufragio universal, y no solo por los poderosos. Resulta más propio un Presidente de la República, elegido democráticamente, a quien se revoca si no cumple, que mantener una casta por el simple hecho de la cuna donde nació. El Rey, y su familia, viven de los presupuestos del Estado, no necesitan dinero de bolsillo porque nadie piensa que les cobren los cafés del Club Naútico de Mallorca, entonces ¿por qué tanto afán en acumular dinero?
Lo dicho: ni Dios, ni Patria, ni Rey

martes, 29 de mayo de 2012

Milagro

De milagro. Hemos llegado hasta aquí milagrosamente. Si uno escucha los informativos, los debates y los análisis político-económicos, no tiene más remedio que echarse las manos a la cabeza y aceptar la existencia de Dios. Solo de milagro hemos podido alcanzar el estado de bienestar del disfrutábamos hasta el ascenso al cielo de don Mariano, el recorto. Ahora, de repente, no hay dinero para educación, ni sanidad, ni medicamentos, ni proveedores, ni Autonomías, ni Ayuntamientos, para nada de nada. Pero, si hace cuatro años sobraba para dilapidar, ¿tanto han robado? Porque el dinero no se ha esfumado, ha cambiado de bolsillos, y al parecer todo ha ido a parar a los mismos. Mucho me da que, a costa de todos, unos cuantos listillos han hecho su agosto, como siempre. Nada nuevo bajo el sol. La avaricia es lo que tiene.
Por lo mismo, Wu Ying, una empresaria china de 28 años, ha sido condenada a muerte, por robar a sus inversores, por estafar a quienes han creído en ella y la han apoyado con su dinero, ¿les suena? Aquí, en cambio, todo son prebendas. ¡Qué lejos queda China! No es que yo pretenda que aquí se aplique la misma pena, que va, solo que se exijan responsabilidades a quienes han manejado el dinero público, y el privado, y que nos han llevado a la ruina. Los errores deben pagarlos quienes los cometen, no quienes los sufren.
¿Por qué tenemos que soportar la mala gestión de los administradores de Bankia y los gestores públicos que han dilapidado ingentes sumas de dinero? Solo ellos deberían devolver los sueldos percibidos y las jubilaciones millonarias. Si se hubiera dejado caer el banco solo los inversores habrían sufrido, inyectándole más de 20.000 (veinte mil) millones de euros sufrimos todos. Su presidente, Goirigolzarri, que se marchó del BBVA con una indemnización de 50 (cincuenta) millones de euros a los 55 años, ya se ha encargado de explicarnos que, la ayuda del Estado, no tiene que devolverse. Entonces, ¿se les entregará a fondo perdido? ¿Y cuánto cobrará Goirigolzarri por su trabajo?
Si escuchamos a los representantes del gobierno, los milagros existen. Hace unos días no había dinero para educación, ni sanidad, ni proveedores, ni medicamentos y, en unas horas, se encuentran más de 20.000 (veinte mil) millones de euros para salvar a los amigos. Señor Montoro, señor De Guindos, señor Rajoy, por favor, no nos tomen por tontos, ni sigan tensando la cuerda, porque si se rompe, y lo hará, no lo duden, terminará sacudiéndoles en las narices y entonces... a llorar como niños.
Por cierto, el verbo guindar, significa lo que significa, ¿tendrá relación el apellido De Guindos con él? Habrá que recurrir al diccionario etimológico. Pero, hasta el momento, la sensación que tenemos los ciudadanos de a pie es que el ministro de economía está haciendo honor a su apellido. Antes lo hicieron otros, eso es verdad, y a manos llenas. En este país no existen responsabilidades políticas, ni una dimisión, ni una sanción, ni una demanda, ningún castigo, los despilfarradores obtienen el perdón de sus conmilitones, de sus partidarios y de sus electores. Van a irse de rositas y con el riñón bien cubierto, mientras que los simples mortales, los que no creen en sus milagros económicos, hacen cola en las oficinas del INEM, los comedores populares y en los locales de beneficiencia, preguntándose qué habrán hecho ellos para desatar la ira divina.
Y mientras, Mariano, el recorto, habla en Génova, la sede del PP (¿por qué no lo hizo en Moncloa, sede de la Presidencia?), y dijo el doble que ayer, si ayer no dijo nada, hoy nada de nada, y a Javier Krahe le enjuician por una sátira de hace 30 años. ¿Si Dios es bondad infinita por qué permite tanta maldad entre sus fieles? Qué suerte tienen los agnósticos, no tienen que lidiar con las contradicciones.

viernes, 25 de mayo de 2012

Mas madera, que es la guerra

Estos energúmenos de la derecha, por un quítame allá esas pajas, son capaces de llevarnos a un enfrentamiento armado con la pérfida Albión, con lo mala que es, si no que les pregunten a los argentinos lo que pasó en las Malvinas-Falkland: los gurkas pasaron a cuchillo a cientos de pipiolos bonaerenses sin que les temblara la boina.
El problema de los gobiernos populistas, y el nuestro lo es, consiste en utilizar viejas reivindicaciones patrias para tapar su falta de soluciones a problemas concretos. Ahí tenemos el tema de Gibraltar, tan recurrido, para exacerbar los ánimos de cuatro nacionalistas que reivindican la soberanía sobre el peñón, y de paso atacar al Reino Unido, también podemos fijar el punto de mira en doña Esperanza, azuzando a sus fieles contra los separatistas catalanes y vascos que silbarán al príncipe, y como colofón tenemos algunos tertulianos que se indignan sobremanera cuando escuchan declaraciones de líderes nacionalistas sin pararse a pensar que sus manifestaciones son, cuando menos, generadoras de más odio.
Los unos, los otros y los demás, con sus exabruptos únicamente pretenden ocultar los muchos problemas que deben enfrentar a diario y que, por el momento, les superan. No hay más que observar y ver que la guerra del Peñón tiene su origen en los problemas económicos de España, en su mala gestión de la economía y la peor evolución de la prima de Rajoy, perdón, de la prima de riesgo. Si Esperancita, por Dios, habla de dos equipos que no representan a España, y propone suspender el partido en caso de algarada, no es porque le molesten los posibles silbidos, es porque aparta el objetivo del caso Bankia, donde ha colocado a muchos de sus amigos y consejeros, y donde la gestión de esos políticos amigos ha sido desastrosa, tanto que ha necesitado la intervención del Estado, ese mismo Estado que están desmantelando a pasos agigantados, para salvarla. Y, en suma, a los viriatos que claman contra los nacionalismos periféricos se les nota demasiado la vena centralista para considerar su vocerío inocente de toda inocencia.
No nos dejemos engañar. No hay razón para un enfrentamiento con el Reino Unido, a quien los Borbones le entregaron el Peñón en el tratado de Utrech, y ahí siguen. Ni para confundir política y deporte y suspender un partido de fútbol porque las aficiones puedan silbar un símbolo del estado. Ni echar más leña al fuego del independentismo desde posiciones intransigentes desde uno y otro bando, porque, vistas en perspectiva, el nacionalismo español y el periférico sostienen los mismos argumentos, solo difieren en el objeto de sus delirios.
Dijo Machado: En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España no hay forma de ser persona bien nacida sin amar al pueblo.

martes, 22 de mayo de 2012

Vamos a contar mentiras, tralará.

Que mintieran a Elena Salgado, ex ministra de Economía, para arrebatarle el gobierna al PSOE, tiene cierta razón de ser, al fin y a la postre: el fin justifica los medios. Pero que se mientan entre ellos, no tiene nombre, si no es que lo hacen porque no conocen otra manera de hacer política. 
El descubrimiento de las cuentas falseadas de las comunidades autónomas dirigidas por el PP desde hace varias legislaturas es un síntoma de la ética de esos dirigentes políticos. No es que engañen a los rivales, es que nos engañan a todos, y la excusa de los viriatos de la derecha consiste en argumentar que todos hemos mentido alguna vez. 
Lo peor de todo no es que Madrid, Valencia, Castilla y León y Galicia hayan ocultado el valor real del déficit, lo malo es que han dilapidado nuestro dinero a nuestras espaldas. Ahora resulta que esas CC.AA., tan suyas, han elevado el déficit casi en un punto, cuando se han jactado de ser las únicas que cumplían. Cada país tiene los gobernantes que se merece, sobre todo los democráticos. No podemos rasgarnos las vestiduras porque en varias legislaturas les hemos otorgado nuestra confianza votándoles. Sin embargo, va siendo hora de replantearse seriamente si queremos continuar así.
La resistencia cívica es una alternativa que va conformándose desde los grupos de indignados que siguen trabajando en muchas ciudades española, pero el cambio de modelo que estos grupos proponen tardará, si es que lo consigue, en ver la luz. No solo por la oposición de los dirigentes actuales, sean del color que sean, sino porque son pocos todavía quienes sufren las consecuencias del actual sistema de gobierno. Tendrán que llegar nuevos y más dolorosos recortes para que la generalidad de los contribuyentes comprendan que así no se puede continuar. La profundidad de la crisis será la que la sociedad quiera soportar. El dinero existe, no se ha esfumado, sólo ha cambiado de manos, lo acabamos de ver con el caso Bankia, no había, mentían, dinero para educación ni sanidad y lo encontraron sin ningún esfuerzo para impedir el hundimiento de un banco, vaya. Se habla de volver a pagar por las infraestructuras ya construidas y nadie parece indignarse, se nos  acribilla a impuestos para mantener el engaño y nadie sale a protestar, se recortan derechos fundamentales (sanidad y educación) y solo se molestan los afectados. Difícil parece la solución cuando los propios afectados por los recortes los justifican. Tenemos que empezar a fijarnos con mayor atención en los dividendos que reparte la banca en estos años de crisis, en estos años en los que está recibiendo dinero público para que sigan existiendo; si lo hacemos comprenderemos que esta crisis artificial sirve para llenar los bolsillos de los de siempre y para vaciar los de todos los demás.
Cuando seamos capaces de superar el miedo que nos atenaza, el miedo que nos han inoculado, comprenderemos que un solo voto, tu voto, puede cambiar el futuro, porque la suma de muchos unos puede convertirse en millones de contribuyentes deseosos de cambiar su futuro.  
Apaga la televisión, sal a la calle, mira a tu vecino y piensa, son muchos los que esperan no encontrarse solos cuando den el paso, pero alguien tiene que ser el primero. Y ese primero ya está acudiendo a las asambleas de barrio, solo tienes que buscarlo.

jueves, 17 de mayo de 2012

La vida es así

El ministro de Hacienda, Sr. Montoro, quiere parecer simpático en sus comparecencias públicas y acaba resultando patético. En una reciente conferencia su simpatía innata le lleva a afirmar que la actual situación económica es el resultado de la vida, porque la vida es así. Pues vaya consuelo, si esa es toda su ciencia económica, y de verdad han hecho todo lo que tenían que hacer, que Dios os coja confesados a los creyentes, porque los agnósticos sabíamos hace tiempo de su incapacidad. Estos no van a ser quienes saquen a España de la situación en la que se encuentra, si sacan a alguien será a sus amigos, como han hecho siempre, desde que el mundo es mundo.
Dicen que Europa aprieta, pero más aprietan los especuladores. Los mismos que nos han sumido en la gran depresión son quienes más beneficios económicos están obteniendo. No solo porque los bancos siguen repartiendo dividendos entre sus accionistas, sino porque los inversores internacionales están sacando buen rédito de los problemas financieros en los que está sumida Europa. Sin embargo, ningún gobierno europeo ha tomado medidas contra los especuladores, ni las tomará, porque, al fin y al cabo, son sus amos.
Estos días hemos asistido perplejos a la campaña de intoxicación de los voceros de los derecha contra el movimiento 15M que acaba de cumplir su primer año de vida. Para estos "periodista" las concentraciones, aparte de ser minoritarias (¿cómo?), no representan a nadie, están dirigidas por la extrema izquierda y ha perdido fuerza. Si eso no es cerrar los ojos a la realidad, que venga su Dios y lo vea.
La resistencia civil, que el movimiento 15M representa, va en aumento, y ningún gobierno con dos dedos de frente puede hacer oídos sordos a sus reivindicaciones porque puede encontrarse con una respuesta más enconada de la ahora expresada.
Hubo un momento en el que algunos creímos oportuno canalizar el malestar, pero hoy hemos de reconocer que tal vez esa sería la mejor forma de acabar con él. Son muchos los indignados que no quieren oír hablar de izquierda ni derecha porque piensan que esos calificativos son antiguos y, por tanto, obsoletos. Antiguos sí lo son, provienen de la revolución francesa, hace más de 200 años, pero no están obsoletos, representa una visión de la sociedad  completamente enfrentada, la derecha aboga por una sociedad individualista y la izquierda por una sociedad solidaria. No es el momento de hacer pedagogía política, la gran asignatura pendiente de éste país, pero sí de recordar que las palabras, que los calificativos, no son inocentes. Está muy bien pretender ser apolítico, pero eso resulta imposible cuando se participa en movimientos sociales. Es posible que muchos de los que se manifestaron en las plazas españolas el 12M lo hicieran para protestar por interés personal, pero es importante señalar la gran cantidad de personas que empieza a moverse para reclamar sus derechos, aunque le afecten solo a él. Es importante manifestar el descontento porque, sí, es verdad, sr. Montoro, la vida es así, pero podemos cambiarla. Entre todos podemos. De hecho nuestros padres cambiaron su destino en tiempos mucho peores, ¿por qué nosotros no vamos a poder cambiarlo? La única batalla que se pierde es la que no se empieza.

viernes, 11 de mayo de 2012

Sin vergüenza

Escuchar a la lideresa Esperanza Aguirre justificando la decisión del Tribunal Superior de Justicia madrileño de desautorizar la acampada de Sol en conmemoración del primer aniversario del 15M, produce vergüenza. Cómo puede esa señora recurrir al argumento de que no se puede privatizar el espacio público cuando su partido, y ella misma, está privatizando las empresas públicas, ¿en beneficio de quién? A la vez que pretende impedir que los ciudadanos que se oponen a sus proyectos, ocupen, que no privaticen, señora, el espacio público que les pertenece. Eso se llama "fachatez".
También produce cierta hilaridad ver como el PP, partido liberal donde los haya, termina nacionalizando un banco, convirtiendo una empresa privada en pública. No decían por activa y por pasiva que el mercado se autoregulaba estando en la oposición. Mentirosillos. La única preocupación reside en si la nacionalización de Bankia será permanente o transitoria. Aunque estoy tonto, será transitoria, permanecerá en manos del Estado mientras necesite dinero para recuperarse, cuando se estabilice y empiece nuevamente a producir beneficios se la devolverán a sus antiguos dueños, y amigos, ¿que no? Ya los verás, incrédulo.
Si algo tiene la derecha española es que es pragmática. Hace lo que tiene que hacer cuando lo debe hacer sin preocuparse de ideologías. Como decía Marx (Groucho): estas son mis condiciones y, si no le gustan, tengo otras. Ésta, y no otra, es la política del PP. Triste destino el nuestro haber caído en las garras de unos gobernantes apolíticos, sin ideología y sin moral, porque para los buenos tiempos son de derechas y para los malos de izquierdas, si hay que socializar las pérdidas se socializan, que para eso el Estado totalitario vela por los intereses generales, y si se tienen que privatizar las ganancias, se hace, que por la misma razón: los amigos de mis amigos son mis amigos, y no se debe hacer perder el tiempo, ni el dinero, a quien tanto nos quiere y a quien tanto debemos, que decía Lola de España, la de Franco, época que la derechona añora cada día más.
Malos, muy malos tiempos, lo que se avecinan para los demócratas. No solo porque tratan de imponer sus criterios por la fuerza sino porque les molestan las protestas y las manifestaciones ciudadanas de repulsa a su política, y porque, además, quieren impedir cualquier tipo de acto de oposición, ya sea en la calle, como las próximas manifestaciones de los indignados, o en las redes sociales, ámbito éste que aún no dominan. Por eso las TDT's tachan de irresponsables las declaraciones que no coinciden con el pensamiento único que quieren imponer. Negarse a secundar los planes de gobierno es irresponsable y antipatriótico porque, ellos sí, quieren salvar del desastre a la España una, grande y libre, no como los del anterior gobierno que sólo detentaban el poder para enriquecerse y dividir la nación española. ¿O era al revés?
Apaga la tele y sal a la calle. La primavera ha llegado.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Gallego, gallego y olé


Es gallego. No puede negarlo.
Aunque  recurrir a los tópicos no sea muy científico, el caso es que don Mariano Rajoy, el recorto, no puede negar su origen gallego, porque es capaz de decir una cosa y su contraria en un mismo razonamiento sin ruborizarse. Primero afirma rotundo que no hará tal cosa: subir impuesto, recortar derechos sociales, inyectar dinero público en los bancos, y otras perlas por el estilo, para posteriormente asegurar que lo hará si fuera necesario. Ahora va a inyectar entre 7 y 10.000 millones de euros para salvar Bankia, caja de ahorros gestionada en su totalidad por el PP, mientras que por otro lado está recortando la misma cantidad en sanidad y educación en todo el país. ¿Si no hay dinero para quienes pagan sus impuestos, por qué lo hay para pagar el despilfarro de las entidades privadas?
Seguro que a la mayoría de los contribuyentes les molesta apretarse el cinturón  para salvar los sistemas educativo y sanitario español, pero le indigna que utilicen sus impuestos para salvar empresas privadas que solo buscan el beneficio y el lucro. 
El argumento de que es un pilar fundamental del sistema financiero y que es el cuarto banco español no es suficiente para convencer al contribuyente, porque si se hunde puede arrastrar al resto de entidades financieras, pero existe una posibilidad que el ejecutivo español no se ha planteado:la nacionalización. No tiene por qué dejar que se hunda, si piensa en el conjunto de la nación, pero inyectar dinero público sin contrapartidas es despilfarrarlo. No hace tanto tiempo que Catalunya Caixa, con los mismo problemas financieros, terminó vendiéndose, ¿qué diferencia a una y a otra entidad? Los gestores. Única y exclusivamente los gestores y valedores. La caída de Bankia gestionada por Rodrigo Rato, ex ministro de Aznar y estrella financiera del PP madrileño y nacional, supondría un escándalo para el partido de gobierno, uno más, con la diferencia de que éste germina a pocos meses de la toma de posesión del gobierno Rajoy, que bastante trabajo tiene tapando los escándalos en los que se ha visto envuelto  su partido como para sumarle uno más.

jueves, 3 de mayo de 2012

La cola del león

Qué le vamos a hacer. Los representantes del BCE y los ministros de finanzas de la UE han elegido Barcelona para reunirse y perpetrar sus nuevas fechorías. Con gran despliegue policial, eso sí, para que nada les moleste, incluso se permitieron suspender el tratado de Schenguen que permite la libre circulación a los ciudadanos europeos dentro de los países de la unión. Vaya, yo me lo guiso y yo me lo como, como Juan Palomo.  Por lo visto tienen más miedo que vergüenza, porque en la lejanía son valientes y arrojados, véase sino al mismísimo Mariano, el recorto, anunciando con descaro que cada viernes, si, has leído bien, cada viernes habrá nuevas reformas al estado del bienestar, y a la mismísima vicepresidente gritando que ella tendría vergüenza de salir a la calle si dejara el país como lo han dejado los sociatas, pues mira bonita, de momento lo estáis destruyendo más rápidamente y sigues presumiendo por ahí, aunque tampoco sé de qué, si hasta los bolivianos, los bolivianos dios mío, que tienen menos peso internacional que la alpargata de mi abuela, se han atrevido a nacionalizar una empresa de capital español. Porque, que lo hagan los argentinos, vale, mejor eso que oírles hablar, no vaya a ser que empiecen a reivindicar Galicia como provincia austral y tengamos que entregársela por plomos, que los argentinos serán lo que sean, pero echados p'alante un rato. ¿Nadie se acuerda de la que le armaron a la pérfida Albión con lo de las Malvinas? Pero los bolivianos, manda huevos.
¿Ese era el prestigio internacional que prometían en campaña? Si es que no se puede decir blat mentre no sigui al sac i ben lligat. Porque también yo, cuando me miro al espejo me veo el tío más apuesto del planeta, pero luego na de ná, un mequetrefe que no tiene media hostia. Y eso es lo que les está pasando a los peperos, que arrancaron con tanto ímpetu que el primer bofetón les pilló desprevenidos, y el segundo, y el tercero, vamos que no paran de recibir soplamocos en todos los foros: prima de riesgo, ibex 35, paro, manifestaciones, Asturias, Andalucía, y como el mejor esparrin que han encontrado son los más débiles del país, ancianos y enfermos, les dan collejas hasta en el carnet de identidad, pero no se meten con los bancos, ni con los especuladores, ni con los ladrones de guante blanco porque esos son muy poderosos y mucho más chulos que ellos, y no porque sean sus amigos como creían los ingenuos. Que los poderosos lo son porque no temen ni a su madre, ¿cómo van a temer a don Mariano, el recorto, ni a sus huestes?
Anda, apaga y vayámonos. Otros hubo que para poder deshacer lo conseguido por el pueblo tuvieron que recurrir a las pistolas y fusilar unos cuantos frente a las paredes de los cementerios, esos sí que podían imponer obediencia, pero estos han salido de las urnas, y si se lo permitimos, nos llevaran donde quieran pero, si no se lo permitimos, podemos volver a donde estábamos.
La desobediencia civil es el único arma en manos del pueblo. No mata pero duele cuando se utiliza en grandes cantidades, las suficientes como mínimo para ablandarles el oído a los tenientes del gobierno, a los sordos de Bruselas y a la tapias de Berlín.  Si es verdad, como parece, que el 85% de las exportaciones alemanas van a parar a los países de la UE, cuando no puedan comprar más Mercedes, ni BMW, ni Opel quienes tienen todavía dinero ¿quién se los va a comprar? ¿Los bolivianos? Va a ser que no, frau Merkel. Por eso se empieza a oír la vocecita de la recuperación, de la inversión pública y del crecimiento que llega desde la cuenca del Ruhr, por eso y porque Monsieur Hollande, una posibilidad aún, trae un discurso político que puede aglutinar a los dirigentes que piensan que seguir recortando agudizará la pobreza europea en lugar de fomentar la riqueza. Ay, ay, ay Mariano, que te vas a quedar solo apoyando a Alemania como aquél paisano tuyo que nos llevó a la cola de Europa y, cuando parecía que habíamos remontado, tú quieres llevarnos otra vez a vuestro sitio. Ya comprendemos que tú, Mariano, prefieras la cola del león a la cabeza del ratón, pero nosotros no.

La viajera


Iba a cumplir siete años, y era feliz en mi ignorancia, cuando padre anunció que se marchaba.  Lloré desconsoladamente durante una semana y no quise creer a madre, que insistía en un pronto regreso pero, como suele ocurrir con las querencias infantiles, el amor filial se transformó en resentimiento, terminé depositando todo mi cariño en madre y en María Isabel, mi primera maestra. 
El invierno transcurría aburrido, sin sobresaltos.  Asistía al colegio ilusionada porque empezaba a reconocer letras y palabras, ayudaba a madre con la pequeña María, que gateaba con agilidad y no paraba quieta ni un momento, jugaba en la calle con Eugenia y Felisa, vecinas y amigas, cuando no hacía demasiado frío y lloraba, seguía llorando a  escondidas, la ausencia de padre.
Un día, doña María Isabel, como nos obligaba a llamarla, nos reunió en un aparte a Eugenia, Felisa, Manolo el seboso, el hijo del tendero, Carlitos y a mí, para informarnos que todos los sábados por la tarde, hasta nuevo aviso, teníamos que acudir a la iglesia para aprender Catecismo.  Ignoraba qué era eso del catecismo, pero tenía tanta sed de conocimiento que me inicié con ilusión.  Luego, de mayor, empecé a pensar, y me desilusioné.  Sin embargo, a los siete años cualquier posibilidad de conocimiento despertaba mi interés.  Don Anselmo, el párroco, relataba las vidas de los santos con tanto lujo de detalles que las convertía en amenas por despiadadas, aquellos hombres y mujeres que morían descuartizados, quemados en la parrilla, asaeteados, devorados por fieras o con los pechos arrancados con tenazas, sufrían sus tormentos con entereza en defensa de la fe y para reafirmar el poder de Dios.  Inculcaba el temor divino y la fe en Cristo, el hijo de Dios hecho hombre.  Nunca entendí ni el misterio de la Trinidad ni otros dogmas de fe, pero algo más que Manolo el seboso sí comprendí.  Fernando el seboso junto a Carlitos consagraron a saquear la Sacristía para beberse el vino de misa, un vino dulce muy rico, y comerse las hostias sin consagrar que el cura guardaba en un caja de galletas, hostias que se pegaban en el cielo de la boca y había que ser muy diestro para despegarlas sin ayuda de un dedo.  Cuando fueron descubiertos juraron no haberlo hecho, negación que, según don Anselmo, constituía pecado mortal.  Mi imaginación no pudo sustraerse a la idea de los dos niños achicharrándose en las del brasas averno.  
De las charlas sabatinas extraje pocas conclusiones y muchos tabúes que me han perseguido desde entonces, y una molesta preocupación a morir en pecado y quemarme en la hoguera de Pedro Botero.  Ese miedo, aunque pensaba tenerlo controlado, como la represión interior, me asalta todavía hoy a los treinta y seis años, aunque consigo controlar los deseos de entrar en la iglesia más cercana y compartir mis faltas en el confesionario.
Cierto día, mientras escuchaba con los ojos cerrados las amenazas del hombre que tenía la misión de explicarnos las bondades de la fe, mi primo Andresín entró en el templo gritando y sudando como un poseso, casi igual a como yo imaginaba la entrada de Jesús en el mercado.  Todos nos asustamos, incluso don Anselmo dio un respingo, al parecer carecía del deseo de santidad.  Debió sorprenderle su humanidad porque reaccionó amenazándonos a todos con el infierno por haber roto el recogimiento del templo y habernos abandonado a la risa sana.  Andresín me buscaba con la mirada desde el pasillo central, mientras gritaba que mi padre había vuelto.  Y yo, sin escuchar al cura, que me señalaba con el índice acusador, mostraba la altura de las llamas eternas, y advertía sobre la divina represalia si no me sentaba hasta el final de la catequesis, salí corriendo como alma que lleva en diablo, nunca mejor dicho, dejándole con la palabra de Dios en la boca y con cara de incrédulo.
No podía ser, padre había regresado de la ciudad.  No sabía de cual, pero tampoco importaba.  Me abracé a su cintura con todas mis fuerzas y me negué a soltarle para evitar que se marchara otra vez, era tanta la fuerza con la que me aferraba a padre que dormí en la cama con él y con madre, la fuerza me la proporcionaba la desconfianza de que la suya no fuera una visita rápida, como las de don Julián, el médico.  Nadie consiguió separarnos. 
Trajo regalos para todos.  Para María una muñeca más grande que ella, para Andresín un buzo, un boxeador y un futbolista de plástico, que fueron la envidia de todos los niños del pueblo durante meses, y para mí unos zapatos de charol y un vestido de primera comunión.  Un vestido de organdí blanco suizo que madre y abuela tuvieron que transformar para que no pareciera una sábana almidonada sobrepuesta con torpeza sobre mi cuerpo de niña.  Los zapatos de charol también resultaron demasiado grandes para pies tan escasos. ¡Estos hombres! suspiró abuela. Fue necesario rellenar la puntera con algodón para poder calzarlos el día señalado.  A madre no sé qué le regaló pero durante días ella lució una sonrisa bobalicona.
Al día después de la comunión no regresé a la escuela.  Madre me levantó de noche.  Padre y tío Cristóbal, el padre de Andresín, junto a la lumbre, hablaban en voz queda, cuando entré, adormilada y gruñendo por lo temprano de la hora, sonrieron abiertamente, mostrando unos dientes amarillos por el tabaco.  Tío Cristóbal nos acompañó hasta la viajera cargado de bultos, se despidió de padre con lágrimas en los ojos, y a María, que dormía plácidamente en brazos de madre, y a mí nos beso como temiendo un reencuentro lejano.
Dormí durante todo el trayecto del desvencijado autocar que nos llevó hasta la ciudad.  Desperté cuando aparcaba dentro de la cochera.  Nunca antes había visto tanta algarabía, tantos coches grandes, medianos y pequeños, ni tanta gente diferente cargando cajas, maletas y bultos informes, todos ellos hablando a gritos y moviéndose como si el fin del mundo estuviera próximo.  En la cochera aguardaba el tío Paco, que vivía en la ciudad desde que se peleo con abuela por un asunto de faldas, y que nos ayudó a trasladar los bultos hasta el otro extremo de la ciudad.  El tío Paco era joven y muy guapo y a mí siempre me hacía reír.  Yo le quería mucho pero madre nunca le hablaba, no sé por qué, con lo divertido que era.  La caminata fue muy larga y  cansada pero, finalmente, llegamos a la estación del tren.  Si la cochera de los autobuses me impresionó por su grandeza, la estación de ferrocarril me sorprendió porque en ese momento entendí el chiste infantil: ¿por dónde pasa el tren?  Por la vía.  Calla tonto que ya lo sabía.  No era ni más grande ni más pequeña, era diferente.  Como nunca antes había salido del pueblo, todo resultaba novedoso y mis cinco sentidos se debatían intentando captar todo lo que quedaba a su alcance, desde el vuelo de una mosca hasta el mozo de cuerda que acarreaba paquetes de aquí para allá, mientras vociferaba para que le dejaran campo libre, y cuyo rostro me resultaba conocido.
Esperamos muchas horas sentados sobre nuestras cosas hasta que llegó el tren que esperábamos.  Desconocía nuestro destino y tampoco pregunté, no pregunté nada aunque moría de ganas por conocer hasta el último detalle de todo cuanto veían mis ojos, de todo cuanto oían mis oídos, de todo cuanto entraba por mi nariz, de todo cuanto rozaba mi piel, de todo lo que paladeaba mi lengua, pero temía distraerme y perderme algo esencial.  Estaba tan impresionada por las novedades que no pronuncié palabra, yo que siempre tuve fama de vivaracha y pizpireta.  Estaba absorta en el nuevo mundo que se me ofrecía y no me importaba ni el tiempo ni el destino.  Encandilada, escrutaba todo con suma atención, sin perder detalle. 
Los asientos del tren eran de madera, pero eso tampoco supuso un problema, ni siquiera llegué a sentarme, caí rendida sobre la falda de madre a altas horas de la noche, mecida con el tracatrá del borreguero, un tren que se detenía en todas y cada una de las estaciones y apeaderos del recorrido para recoger a más hombres, mujeres y niños tan parecidos a nosotros que sólo se diferenciaban por los parches en los trajes de pana. 
Se adivinaba el alba cuando padre me despertó y nos hizo bajar del tren.  Estaba muy nervioso y chillaba por cualquier cosa.  Yo recibí su mal humor en forma de pescozón porque había dejado caer una caja primorosamente envuelta.  No lloré porque no me hizo daño, pero me dio tanta rabia que por un rato dejé de quererle como le quería desde su vuelta a casa.   Antes de que termináramos de bajar, el convoy reinició la marcha y padre, que todavía estaba arriba, saltó ágilmente para no dejarnos solas en un lugar desconocido.  Dijo una palabrota, que no voy a repetir, y un señor vestido de verde y armado con un fusil le llamó la atención, que yo lo oí, padre juró en arameo cuando el del fusil se alejó, pero esta vez maldijo bajito, por poco no le oigo.
No comprendía porqué permanecíamos en la estación si habíamos llegado.  Pero estaba equivocada.  No habíamos llegado.  Madre sacó la merendera con el chorizo, los huevos duros, la tortilla de patatas primorosamente cortada en tacos y cenamos todos.  Padre hizo circular la bota de vino y un señor, que esperaba a nuestro lado, nos ofreció queso.  Yo no quise porque estaba en aceite y a mí me gustaba el queso fresco que madre me ofrecía antes de apretar la cincha de esparto y guardarlos en la cámara para que secara. 
Estaba inquiera y nerviosa y, aunque los  párpados me pesaban y los ojos se me cerraban, no quería dormir.  Al final ocurrió, claro.  Me despertó madre cuando padre, ya subido en otro tren más largo que el anterior, gritaba asomado a una ventanilla por la que subimos bultos, cajas y niñas.  Nos instalamos en un compartimiento abarrotado, porque padre había sido previsor y había pagado reserva, aunque él hizo todo el trayecto de pie, en el pasillo, junto a otros hombres, a veces, cuando le buscaba, no era capaz de distinguirle entre los otros.  Yo fui y vine hasta acabar dormida en brazos de una señora que dijo ser sevillana y que tenía una voz alegre y cantarina.
Con el primer rayo de sol que se posó en mis ojos desperté y no volví a cerrarlos hasta muchas horas después.  De pronto se habían acabado las inmensas llanuras terrosas y la línea azulada y ondulante del horizonte que padre dijo que eran montañas lejanas.  Por la ventanilla entraba ahora otra llanura, esta azul, un azul intenso sin horizonte.  Mira, hija, el mar, dijo padre con los codos apoyados sobre el cristal de la ventanilla.  Sin embargo, antes de ver el agua, noté la sal en el paladar sin saber qué era ese sabor extraño y maravilloso, ¿cómo reconocer la inmensidad y grandeza de lo desconocido?  Una gran sorpresa para mis siete años y medio.  Nunca había visto tanta agua junta.  Ni siquiera la charca más grande del río, la del Burro, que casi se secaba durante el verano, podía comparársele.  Mira, mira, mira, gritaba señalando al horizonte, deseaba que todos los viajeros sintieran la misma emoción que yo.  Hubo quien miró, desangeladamente, los más siguieron buceando en sus pensamientos.
El final del trayecto no lo recuerdo, sé lo que me han contado, pero eso no viene ahora al caso.  
Desde ese primer viaje mi destino quedó marcado por el tren.   En la adolescencia viajaba para asistir al instituto.  Ahora, en la edad adulta, por trabajo.  Sueño con hacer un gran viaje en tren, y sin embargo, contra toda lógica, los grandes viajes los realizo siempre en avión.  Será porque la falta de tiempo me supera y quiero conocer mucho en poco tiempo.  El avión ha hecho el mundo pequeño y eso beneficia mi instinto viajero.  Sin la ayuda del pájaro metálico nunca habría conocido culturas tan diferentes y tan lejanas como las que he conocido.  Pero sigo soñando con disponer del tiempo suficiente para realizar un largo viaje en tren, un viaje lento y tranquilo que me acerque a las gentes y a las culturas de verdad.  Tampoco tiene porqué ser un recorrido mítico como el Transiberiano, el Orient Express, Indian Pacífic ni el Tren a Las Nubes, pero sí un viaje relajante y tranquilo.  Mientras llega el día, seguiré viajando subiendo al cercanías mañana y tarde.
Un día, cuando me jubile, realizaré el viaje que me espera detrás de un sueño.  Algún día seré la viajera del tren de mis sueños.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Doña Ana

Digamos que el marketing no es la asignatura mejor resuelta por el Presidente del gobierno. No sólo porque el apellido de la ministra de sanidad parezca una amenaza para los enfermos crónicos, jubilados, extranjeros sin papeles y personas sin empleo en general sino porque padece ceguera selectiva: dijo que no había visto el cochazo que alguien muy generoso había regalado a su ex marido. O doña Ana es ciega o nos toma por tontos. Porque a mi me regalan un coche de lujo y saco a pasear en él a todos mis conocidos, más que nada por alardear de poderío.
Tampoco puede presumir de otra cosa que de llevar la sanidad española hacia la privatización. Un camino de no retorno con el que algunos se llenarán los bolsillos y la gran mayoría se empobrecerá. La buena señora quiere explicarse pero no consigue que nadie la entienda, posiblemente porque no habla claro para no asustarnos más de lo que ya estamos.
La sanidad es cara, dicen. Pero más cara resultará cuando la privaticen, entonces solamente podrán pagársela quienes tengan dinero, los pobres enfermarán y morirán como siempre lo habían hecho, desatendidos. Durante unas décadas tuvimos la impresión de ser todos iguales en la enfermedad, pero esa ilusión ha llegado a su fin. La señora Mato ha venido a recordarnos que todavía hay clases, que la vida va a depender del poder adquisitivo, de los orígenes y de la influencia que uno tenga.
En Cataluña, donde los recortes en sanidad vienen realizándose desde hace tiempo, el año pasado se abrió un quirófano cerrado al público en general para intervenir a uno de los padres de la Constitución, ¿se habría hecho lo mismo por una persona sin su curriculum y sin recursos? Contéstate tú mismo.
La sanidad no debería ser un negocio, porque negociar con la salud de los demás resulta ruin. Mejorar la calidad de vida de las persona es un deber de todo gobernante porque, aunque parezca contradictorio, ayuda al ahorro. Algunos medicamentos ayudan a evitar complicaciones que precisan ingresos hospitalarios que terminan encareciendo el tratamiento muchísimo más. Mucho me temo que el problema no sea tanto a quién, cómo y cuándo se cura como la forma de hacerlo.
El debate que nadie quiere iniciar es el cambio de modelo: sanidad pública versus sanidad privada. He ahí el quid de la cuestión. Es demasiado suculento el pastel como para no darle un bocado. Si la dejamos en manos de aseguradoras y gestores privados, el gasto será más elevado y la atención no mejorará, pero tendremos la sensación de estar infinitamente mejor cuidados, sobre todo los que no la necesitemos, porque nos atenderán rápido y bien siempre que lo cubra la póliza contratada, en caso contrario tendremos que acudir a la beneficencia, como antaño. Si seguimos con el modelo actual, los lobbys sanitarios tendrán que seguir conformándose con quienes temen acudir al hospital y esperar su turno para que al final les atienda "cualquier" médico de mierda y no el mejor especialista del país, como ellos se merecen, porque pagan sus impuestos, impuestos que deberían ahorrarse porque sólo sirven para atender a extranjeros sin papeles que practican el turismo sanitario, razonamiento de adulto joven y sano.
Si se hubiera abierto ese debate antes de las elecciones del 20N podrían sentirse legitimados para cambiar el sistema sanitario, pero hacerlo después de negarlo tantas veces, antes y durante la campaña electoral, suena a traición más que a mentira. 
Tal vez deberían releerse la Constitución, en su Artº 43: 
2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La Ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto, 
y la ley General de sanidad en su Artº 3:
1. Los medios y actuaciones del sistema sanitario estarán orientados prioritariamente a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades.
2. La asistencia sanitaria pública se extenderá a toda la población española.
El acceso y las prestaciones sanitarias se realizarán en condiciones de igualdad efectiva.
3. La política de salud estará orientada a la superación de los desequilibrios territoriales y sociales.
O, en todo caso, convocar un Referendum donde todos tengamos la oportunidad de decidir el modelo sanitario que más nos interese.

martes, 1 de mayo de 2012

La luz en el túnel

Parece que los malos gestores de la crisis que nos asfixia desde 2008 están empezando a plantearse la necesidad de cambiar el rumbo de su política económica. Queda más que demostrado que los recortes, como única medida, son insuficientes y producen un mayor déficit porque contraen el gasto de las familias y, con él, la producción industrial.
Resulta vergonzoso escuchar a los salvadores de Italia, Grecia y Portugal, después de haber hundido sus respectivas economías, depositar sus esperanzas de recuperación en el candidato socialista a la presidencia francesa: François Hollande, quien promete cambiar la política económica que viene imponiendo Alemania.  La necesidad de controlar el gasto parece evidente, pero lo que no puede nunca abandonarse es el incentivo a la creación de empleo para lo cual se necesita la inversión pública. Claro que esa inversión tiene que ser controlada para evitar el despilfarro.
Destacados economistas advierten que se ha convertido en una necesidad imperiosa que los estados promuevan y financien las políticas económicas destinadas a la reactivación y a la generación de puestos de trabajo para aumentar los ingresos vía impuestos, de no hacerlo pronto, el desplome y la recesión será inevitable.
La consecuencia más evidente de la mala gestión de la crisis llevada a cabo durante estos cuatro años ha sido el empobrecimiento de las clases medias y bajas y el enriquecimiento de las clases elevadas: los pobres son más pobres y los ricos más ricos. De hecho, la venta de artículos de superlujo: casas, coches, obras de arte, joyas, etc, entre las clases pudientes ha aumentado, mientras que el consumo de productos básicos entre las clases más populares ha descendido hasta límites de consumo de los años ochenta. Por tanto, la manera más evidente de relanzar la economía consiste en generar empleo y en fiscalizar el gasto, no en imponer nuevas medidas de ajuste sobre las clases más desfavorecidas.
Que la derecha española llevaba muchos años esperando una oportunidad como la que le ha brindado la crisis económica actual es evidente.  Está deshaciendo todo lo construido hasta ahora a un ritmo frenético, alguien ha dicho que parece un "golpe de estado incruento" y no parece ir desencaminado.  Porque mientras el centro izquierda duda para aplicar políticas sociales, y a veces termina postponiéndolas; la derecha destruye los logros sociales que no les favorece con la velocidad del rayo, y no pasa nada, incluso se les aplaude desde dentro y desde fuera, y no sólo por quienes están ideológicamente próximos, también desde los profesionales independientes que anteponen su ciencia a la conciencia.
Tal vez la mejor enseñanza se proporcione en los colegios privados, seguramente la mejor medicina se practique en los hospitales privados, pero los defensores de ese tipo de educación y medicina olvidan que tanto los colegios privados, como las clínicas privadas funcionan a base de subvenciones del erario público, que con una parte importante de nuestros impuestos subvencionamos los colegios, los hospitales, los maestros y los médicos que se ocupan de su enseñanza y su salud. Y, sin embargo, nadie ha hablado de recortar esas subvenciones, de retirarlas incluso, para salvar los sistemas nacionales de educación y sanidad. Tal vez porque no estamos hablando de una crisis sino de una estafa bien planificada y mejor ejecutada.