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| Andrea Fabra, Diputada |
Esconderse tras la mayoría es de cobardes. El exabrupto de la hija del hombre más afortunado del país, no por tal joya de hija sino porque le toca la lotería siempre que juega, por mucho que intenten disfrazarlo, responde al sentir general del partido gobernante: los pobres, que se jodan.
Las nuevas medidas económicas adoptadas por el Ejecutivo de don Mariano, "el recorto", tampoco van a crear crecimiento ni van a relanzar la maltrecha economía de los españoles, más bien todo lo contrario. El aumento del IVA, con el que se pretende recaudar más, terminará contrayendo el gasto, pues quienes mantienen, de momento, cierto poder adquisitivo, terminarán por guardar el escaso efectivo del que disponen para gastos superfluos por miedo a quedarse sin "cash", como la baronesa Thissen. Tampoco han tranquilizado a los mercados, puesto que la "prima de Rajoy" sigue subiendo. ¿Entonces?
El gobierno del PP, como anteriormente el del PSOE, gobierna para una minoría, la que detenta el poder económico, frente a la mayoría, la de los simples contribuyentes, por eso, todas las medidas económicas adoptadas se ceban con los asalariados, cuando han sido los grandes capitales los que nos han llevado donde estamos. Resulta vergonzantes oír al Ministro de Hacienda, señor Montoro, afirmando que él desconoce la existencia de grandes fortunas y, por lo mismo, rechaza la creación de un impuesto que les obligue a pagar según sus ingresos, como debería ser en un país democrático. Es vergonzoso porque todos conocemos algún afortunado que gana más millones en un año que mil trabajadores en mil vidas que vivieran y paga menos impuestos que las pensiones no contributivas, hablo de personajes públicos de todos conocidos. Están, además, los gestores de entidades bancarias que se han concedido enormes indemnizaciones por el trabajo bien hecho, si esos estafadores contribuyeran a las arcas del Estado con el 45%, que es el tramo más alto en el impuesto de la renta de las personas físicas, algo se recuperaría. Que los juzguen y condenen, sería la hostia.
Con el país en caída libre, ya empiezan a escucharse voces críticas dentro del partido de gobierno, por así decir, empiezan a moverle la poltrona al "recorto". No sería extraño que, aprovechando la mayoría absoluta de que disponen en el Parlamento, permitieran quemarse al gallego hasta encontrar el mirlo blanco que les devuelva la credibilidad perdida en los pocos meses que llevan en el poder; ni les gustaba la oposición que hizo ni les gusta como está llevando las cosas, a pesar de que, de momento, la manada permanece unida.
Y lo preocupante es que siguen afirmando que lo que hacen, lo hacen por convicción, no porque se lo impongan desde Europa y el FMI. Si lo hicieran por imposición de los que ponen la pasta podríamos entenderlo, nadie regala nada, pero si lo hacen porque están convencidos de que es la mejor solución sólo cabe pensar que, como la buena de Andrea Fabra, son dignos hijos de sus padres. ¿Cuántos años de lucha para conseguir unos mínimos derechos se han visto vulnerados en nombre de la crisis? Si seguimos marcha atrás por mucho tiempo terminaremos viviendo como vivíamos en época de otro gallego de infausto recuerdo. Dios no lo quiera.
