Charlas en el cerrillo quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la palabra escrita. Aquí tendrán cabida ideas, pensamientos, opiniones, anécdotas y relatos. Porque muchas veces las ideas más acertadas, los pensamientos más ingeniosos, las opiniones más certeras y las anécdotas más divertidas acaban perdiéndose por no tener un foro donde ponerse negro sobre blanco. También los relatos, cuando no se dispone de editor, terminan arrinconados en un cajón, razón por la cual muchas buenas historias jamás serán leídas.

lunes, 3 de junio de 2013

Un año sin verano

Una agencia meteorológica gala afirma que el de 2013 será un año sin verano. ¿Sin verano o sin veraneo? Porque no es lo mismo. 
Éste va a ser, sin duda, un año que seguirá lloviendo sobre mojado y que seguiremos sudando la gota gorda para llegar a fin de mes puesto que nuestro querido gobierno sigue empeñado en apretarnos el cinturón porque lo dice Bruselas. Aunque mucho me temo que lo de Bruselas, como lo de la herencia recibida, sea otra forma tonta de encubrir el cambio de modelo económico que están llevando a cabo contra la opinión de la ciudadanía y de los expertos, los expertos con ideas progresistas porque los liberales y neoliberales desean acabar con las regulaciones estatales, las que dificultan que puedan llevárselo crudo y sin dar explicaciones.
Pero es que además, aunque duela, la credibilidad del gobierno actual está cayendo a niveles preocupantes y a ritmo creciente. No es sólo que hagan lo contrario de lo que dicen, es que, incluso, siguen las indicaciones de Bruselas sólo en lo concierniente a ahogar un poco más cada día a las clases medias y bajas.
Cuando afirman que no van a subir el IVA es para echarse a temblar, porque lo que deberían decir es cuánto lo van a subir, y en qué productos, y cuando aseguran que su intención es reducir el IRPF lo que realmente están diciendo es que, los que todavía disfrutan de un sueldo, lo verán reducido en gran medida porque los impuestos se le llevarán mucho más dinero. 
Y, por si no bastara, el Banco de España recomienda eliminar el Salario Mínimo Interprofesional, un sueldazo de 642€ mensuales (que ya quisieran para sí los banqueros que crearon lo de las preferentes), para crear empleo, dicen, los desalmados. Cualquier día proponen desde Bruselas, o desde Madrid, la Toika o la FAES, que se fabriquen argollas metálicas para colocarlas en los tobillos de los trabajadores, como se hacía en la antigüedad con los esclavos. 
Sin llegar a tanto, los que ya tenemos una edad, y provenimos del medio rural, recordamos cómo nuestros padres trabajaban por la comida y un sueldo que, más que un sueldo, era una limosna. De la misma manera que lo recordaban quienes recibían esa miseria, lo recuerdan los hijos de... los que lo pagaban, y a eso parece que quieren hacernos volver, sino no se entiende que estén reduciendo las prestaciones sociales hasta dejarlas en mera ilusión.
Por no hablar de la visión de futuro de nuestros dirigentes políticos, los de todas las tendencias. Los jóvenes, como en los sesenta del siglo pasado, en plena dictadura, están tomando las de Villadiego, sólo que hoy no se marchan los destripaterrones sino los universitarios mejor preparados, y no sólo a Alemania, como Pepe, a cualquier país del mundo que haya comprendido que nuestros licenciados universitarios están muy bien preparados. Aquí, al contrario que en Italia, el ministro de trabajo, nunca pediría perdón a los que tienen que dejar su hogar para buscarse la vida, en España, Gonzalez Pons les anima a partir porque su hogar está en Europa. Que inventen ellos, dijo Unamuno, y sus descendientes seguimos pensando lo mismo, luego ya pagaremos los royaltis. Porque España, desde el descubrimiento de América y los inmensos tesoros que le arrancaron, no ha vuelto a preocuparse por la investigación y el desarrollo, aquí nos conformamos con rezar. 
El rezo nos proporcionará el cielo, en la otra vida, en esta hay que sufrir para ganárselo. Así nos ha ido, no va y nos irá. Y encima, los gabachos, republicanos y ateos como son, nos dejan sin verano.
Dios suyo.

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