Charlas en el cerrillo quiere ser un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la palabra escrita. Aquí tendrán cabida ideas, pensamientos, opiniones, anécdotas y relatos. Porque muchas veces las ideas más acertadas, los pensamientos más ingeniosos, las opiniones más certeras y las anécdotas más divertidas acaban perdiéndose por no tener un foro donde ponerse negro sobre blanco. También los relatos, cuando no se dispone de editor, terminan arrinconados en un cajón, razón por la cual muchas buenas historias jamás serán leídas.

sábado, 18 de agosto de 2012

¿De verdad se acabó el apartheid?

Cotemplar las imágenes televisivas de la masacre de Marikana, en Sudáfrica, revuelve el estómago. La repugnante matanza retrotrae a los tiempos del apartheid, cuando los negros carecían de los mínimos derechos. ¿Y todo por qué? Por dinero. Los propietarios de las minas de platino y diamantes siguen tratando a la población negra como lo que son: mano de obra barata, y no dudan en reprimir sus protestas a tiros.
Con las minas, a diferencia de las fábricas, no pueden aplicar la deslocalización que está suponiendo un cambio en la economía de muchos países, empobreciendo a los desarrollados y explotando a los que se hallan en vías de desarrollo, por esa misma razón la represión es mucho más expeditiva en los países productores de materias primas.
Viendo la barbaridad se hace más necesario releer a La Boétie (1530-1563) y su ensayo sobre La servidumbre voluntaria donde cuestiona la legitimidad de cualquier autoridad sobre el pueblo y analiza las razones de la sumisión. 
Los policías que reprimen la manifestación son igualmente trabajadores, mejor vestidos, mejor alimentados y mejor pagados que los míseros manifestantes pero ¿cuáles son las razones que cada uno de esos uniformados puede esgrimir cuando levanta su fusil y dispara contra sus semejantes?
Aquí pusimos el grito en el cielo porque a los estudiantes valencianos, que protestaban por la falta de calefacción en sus aulas, les zurró la badana la versión española de la police sudaficana. Sin embargo pocas, por el momento, han sido las protestas por la matanza de los mineros de Marikana. Tal vez la lejanía, y el hecho de que sean negros, tenga algo que ver, pero lo cierto es que, al menos, ese grupo de policías, debería ser apresado, juzgado y condenado por su salvaje acción. Cuarenta personas muertas, aunque sean mineros negros sin derechos, bien se merecen que el mundo civilizado levante su voz contra los asesinos y los inductores.
Dicen que el apartheid había acabado en Sudáfrica, incluso tienen un presidente negro, pero eso es sólo el escaparate. El dinero y el poder sigue siendo de los blancos, la política, tan devaluada hoy en día, de los negros y la miseria también. Sí, ya sabemos que la mayoría blanca africana opina que los negros tienen que ser educados y dirigidos, que son como niños, incapaces de gestionar sus propiedades, pero de ahí a matarlos impunemente y con la anuencia mundial existe una gran diferencia. Hubo, en tiempos del apartheid reconocido, un embargo internacional, embargo que muchos países se saltaron a la torera, que logró avances en la política social de ese gran país, posiblemente la comunidad internacional, la política, no la económica, debería replantearse el placet concedido a las autoridades de Johanesburgo.

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