Resulta inverosímil que los voceros del PP no entiendan el por qué de las protestas ciudadanas. Se quejan de que eso, con el PSOE, no pasaba. Desmemoriados. La protesta es la única manera de expresar el descontento que tiene el hombre de a pie. Cuando gobierna la izquierda se protesta por la ley del aborto, contra el terrorismo y en defensa de la familia tradicional, y cuando gobierna la derecha se protesta contra los recortes en sanidad, educación y servicios sociales, contra la reforma laboral y contra las subvenciones a la banca.
El aumento de la conflictividad social no viene determinado por el color político del gobierno, sino por la política social y económica que aplica. Y el gobierno del PP no está aplicando una política que favorezca a las clases más necesitadas, la mayoría, que digamos, todo lo contrario; está sacrificando el bienestar de la mayoría en beneficio de la minoría, y no entiende que la sociedad se lo recrimine. Mal vamos.
Socializar la deuda de los bancos imponiendo duras condiciones a los trabajadores, impedir las huelgas y manifestaciones, perdonar la deuda con el erario público a los defraudadores y evasores de capital, indultar el derribo de las construcciones ilegales de las costas españolas, deshauciar a los trabajadores en paro, reventar el mercado inmobiliario con la creación de un banco malo, liberalizar el despido, rebajar los sueldos de los funcionarios y otras muchas tropelías que se están cometiendo en aras de las crisis no parece la mejor opción y merecen una respuesta por parte del ciudadano. Si las protestas les disgustan hay un método sencillo para evitarlas: no provocar.
Ahora salta a la palestra la delegada del gobierno en Madrid, y otros voceros del poder, pidiendo la limitación del derecho de huelga. Vaya, este país cada día se parece más al que nos legó el último dictador, también gallego, como el actual presidente. Y con actuaciones como las del 25S frente al Congreso pero, sobre todo, en la estación de Atocha, donde la policía cargó contra quienes esperaban un tren para regresar a casa, y donde hasta los "seguratas" se sumaron a la fiesta repartiendo estopa, hacen bueno el dicho: si a un tonto le das una porra aporrea. Son esas actuaciones, decía, las que están sumando más protestantes a las protestas. Y no sólo porque en lo político y en lo económico estamos volviendo al estado de bienestar de nuestros padres, sino porque además quieren hacernos confesar con ruedas de molino, con mentiras y más mentiras, y así no van a tranquilizar a la sociedad.
Si quieren entender el por qué de tanto desorden que se miren al espejo.
Ahora salta a la palestra la delegada del gobierno en Madrid, y otros voceros del poder, pidiendo la limitación del derecho de huelga. Vaya, este país cada día se parece más al que nos legó el último dictador, también gallego, como el actual presidente. Y con actuaciones como las del 25S frente al Congreso pero, sobre todo, en la estación de Atocha, donde la policía cargó contra quienes esperaban un tren para regresar a casa, y donde hasta los "seguratas" se sumaron a la fiesta repartiendo estopa, hacen bueno el dicho: si a un tonto le das una porra aporrea. Son esas actuaciones, decía, las que están sumando más protestantes a las protestas. Y no sólo porque en lo político y en lo económico estamos volviendo al estado de bienestar de nuestros padres, sino porque además quieren hacernos confesar con ruedas de molino, con mentiras y más mentiras, y así no van a tranquilizar a la sociedad.
Si quieren entender el por qué de tanto desorden que se miren al espejo.
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